Avenida O

Sororidad: una alianza profunda entre mujeres

Katherine Arce para El Observador “Yo no tengo amigas mujeres, son muy traicioneras, me llevo mejor con los hombres” En…

Por Desde la Columna

Tiempo de Lectura: 2 minutos
Sororidad: una alianza profunda entre mujeres
Facebook Twitter Whatsapp Telegram

Katherine Arce para El Observador

“Yo no tengo amigas mujeres, son muy traicioneras, me llevo mejor con los hombres”

En múltiples ocasiones he escuchado frases como ésta en el consultorio donde acompaño, día a día, a mujeres a encontrar la fuerza personal y colectiva para lidiar con las opresiones del sistema machista en que estamos inmersas.

Desde niñas hemos sido socializadas para pensar en las mujeres que nos rodean como potenciales enemigas. En los cuentos de hadas -con los cuales nos enseñan a soñar con la llegada de un príncipe azul que nos salve- coexiste el personaje antagónico, siempre representado por una mujer. Ya sea una madrastra, hermanastra o bruja que siempre envidia algo de la princesa -su belleza, su estatus económico o sus privilegios- o bien, desea tomar venganza de un hombre y para ello la utiliza como un medio para lograrlo.

Las novelas, películas y otras producciones culturales continúan con esta línea de pensamiento; nos presentan mujeres que se boicotean entre sí para conseguir un puesto de trabajo; otras rivalizando para lograr quedarse con el amor del galán de turno; otras compitiendo por ser elegidas como la mujer más bella de un país o del mundo, y en la mayoría: reproduciendo chismes, críticas y enjuiciamientos hacia otras mujeres por sus decisiones personales.

Así, se nos reproduce en el imaginario colectivo, que entre congéneres nunca podremos identificarnos, y que por lo tanto: estamos solas.

Útil para el sistema machista

Para el sistema machista propagar esta idea es de suma utilidad. Si el patriarcado nos oprime a las mujeres como colectivo, no le conviene que seamos conscientes de ello pues es ahí donde se produciría el boicot.

Es mejor promover la creencia de que la enemiga es esa de al lado, a la cual miramos con sospecha y desconfianza pues aprendemos a pensar que desea nuestro mal.

Sin embargo, si hacemos un breve recorrido histórico por las luchas de los derechos de las mujeres en el mundo, siempre encontraremos un factor común: cuando las mujeres nos dedicamos a reconocer lo que compartimos, cuando bajamos las defensas que nos enseñaron a construir para distanciarnos y nos unimos, es cuando se han hecho los grandes avances en estos temas.

Es gracias a otras mujeres que hoy disfrutamos de derechos, como el derecho al voto, al divorcio, a un trabajo digno, a una remuneración adecuada, a la participación en puestos de poder y decisión, a tener una cuenta bancaria bajo nuestro nombre, al acceso y toma de decisión sobre métodos anticonceptivos y muchos otros.

Claro está, la lucha persiste. Los Estados aún están en deuda con nosotras, pues seguimos viviendo formas de discriminación en los diferentes espacios en que estamos inmersas.

Una alianza profunda

Sin embargo, como colectivo, contamos con una herramienta fundamental para construir nuestro empoderamiento: la sororidad.

Este concepto viene del latín “soror” que significa hermandad entre mujeres. Propone una alianza profunda donde podamos identificarnos unas con otras y cambiar nuestra realidad.

Es que, a pesar de las diferencias, todas hemos experimentado en algún momento la opresión. Y es allí, en ese reconocimiento, que radica nuestra mejor arma para acabar con nuestro real enemigo: el machismo.

Katherine Arce
Psicóloga, especialista en temas de género.