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¿Reinventarse o cerrar? Dos negocios de barrio Otoya salen adelante en pandemia

El Café Otoya y la tienda Ñ son dos ejemplos de resiliencia comercial en tiempos de pandemia. Estos dos negocios se…

Por Sergio Arce

Tiempo de Lectura: 3 minutos
¿Reinventarse o cerrar? Dos negocios de barrio Otoya salen adelante en pandemia
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El Café Otoya y la tienda Ñ son dos ejemplos de resiliencia comercial en tiempos de pandemia. Estos dos negocios se ubican en barrio Otoya, en San José centro, y como muchos otros sufrieron el golpe de la crisis.

Desde finales de marzo -cuando se decretaron las medidas sanitarias- estos dos pequeños emprendimientos cerraron sus puertas, con la esperanza de reabrir “pronto”. Pero el panorama, lejos de mejorar con el paso de las semanas, más bien empeoraba.

Y aunque hoy Ñ y el café están abiertos, algunos otros que estaban a escasos metros de distancia en la misma cuadra no soportaron el golpe: un pub, una chocolatería y una librería.

Se trata de comercios que previo a la crisis habían logrado generar un álgido movimiento de clientes. Gracias a ellos estos emprendimientos generaban puestos de trabajo directos e indirectos.

Pero además le dieron vida a una zona caracterizada por la presencia de instituciones públicas, aunque con muy poca oferta gastronómica o de artículos como ropa o accesorios de factura nacional.

Una dura realidad

De acuerdo con el Índice Mensual de Actividad Económica de Octubre del 2020, el comercio  mostró una caída importante al registrar una variación de -13,8% con respecto al mismo mes del año pasado.

Y en el caso de hoteles y restaurantes la caída es aún más dramática: la variación interanual es del -55,8%.

Lo anterior se ve reflejado en los datos más recientes de desempleo del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC).

La población desempleada se estima en 526.000 personas. Esto es 228.000 personas más comparado con el mismo trimestre del año anterior.

OBSERVE MÁS: Desempleo se estanca en 22%, pese a reapertura de actividades

Café Otoya: duras decisiones, seguir adelante

Dariel Fallas, socio del café, contó a El Observador el camino por el que transitó el negocio hasta este momento, cuando consiguió  reinventarse y ser hoy un punto de visita casi que obligatorio en la capital, en especial los fines de semana.

Fallas relató que tras la declaratoria de emergencia por la pandemia, la cuesta se les puso muy difícil para él y su socio.

Unos escasos meses antes ambos invirtieron una fuerte suma de dinero en ampliar la cocina para ofrecer más platillos. Incluso, contrataron a un chef que se encargaría del menú.

La idea, no solo era atender mejor a los huéspedes, sino también a los comensales de oficinas cercanas y aquellos que venían de más lejos.

Pero el socollón que les provocó la pandemia los obligó a adoptar medidas drásticas: cerraron el pequeño hotel de 14 habitaciones que operaba en la misma propiedad desde hacía poco más de un año. Al cerrar sus puertas también quedaron sin trabajo 10 personas.

Intentaron vender productos por medio de las aplicaciones de entrega a domicilio, pero no resultó.

Una vez se flexibilizaron las restricciones de movimiento, en especial los fines de semana, Café Otoya decidió dar un giro: abrir los fines de semana y ofrecer brunch, almuerzos, café y cenas a buen precio y de muy buen sabor.

“Café Otoya cumplió con todos los puntos esenciales para tener un notable brunch dominguero: en cuanto a sabor les daría un 9, pero tomando en cuenta el ambiente, servicio, presentación y precio les daría un 10.”, escribió Marcela Gómez, columnista de este medio y creadora del blog Sugar Memories, a finales de agosto.

OBSERVE MÁS: En búsqueda del mejor brunch dominguero: Café Otoya

Para más información de este café, ubicado en una hermosa casa histórica, puede visitar su perfil en Facebook.

Tienda Ñ: dos socias valientes

Unos metros más hacia el oeste de Café Otoya se encuentra la tienda Ñ. Yara Mourelo relató que ella y su socia Lilliana Tagini tomaron la difícil decisión de cerrar con el inicio de la pandemia.

Y esto, en especial porque un amplio porcentaje de sus ventas era gracias a los turistas extranjeros, quienes dejaron de llegar al país con el cierre de las fronteras.

Sin embargo, en su cabeza y en su corazón estaba el deseo y la voluntad de encontrar la manera de cómo seguir adelante con un sueño que nació en el 2006.

Es entonces cuando ambas deciden incursionar en el mundo digital, algo extraño para ellas pero necesario en la actual coyuntura.

Mourelo comentó que tras su reapertura los costarricenses han regresado a visitar la tienda. Esto ha sido posible, dijo, también gracias al apoyo de la familia dueña del edificio donde se ubica el emprendimiento.

Ñ se especializa en la venta de artículos de diseñadores nacionales. Por ejemplo, su catálogo de productos incluye zapatos, carteras, mochilas, blusas y camisas de edición limitada, bufandas con diseños experimentales, joyería alternativa, fotografías y obras de arte, entre otros.

Si usted desea conocer más de este negocio que tuvo que reinventarse en pandemia puede visitar su sirio web: www.tiendaene.com o sus redes sociales en Facebook e Instagram.

otoya Tienda Ñ

Imagen del artista Francisco Munguía. Cortesía de Tienda Ñ.

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