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Mi papá, Chanoc

Todavía puedo recordar la primera vez que pude escuchar como nunca antes los latidos de mi propio corazón. Así como…

Por Desde la Columna

Tiempo de Lectura: 3 minutos
Mi papá, Chanoc
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Todavía puedo recordar la primera vez que pude escuchar como nunca antes los latidos de mi propio corazón.

Así como cuando uno se tapa los oídos y todo por dentro suena más fuerte. Aún lo hago y de verdad que es cierto.

Nunca lo voy a olvidar. Ese día sonó un despertador que ni servía. Estaba tirado en una caja de juguetes de mi hijo de casi cuatro años. Sonó a las 5 a.m. Me levanté, lo hallé, lo apagué y me volví a acostar.

A las 7 a.m. lo que me despertó fue el teléfono de casa, ese sí servía. Y ahí fue donde escuché latir mi corazón como nunca, sentía que se me iba a salir por los oídos, es más, ni mis piernas respondían. Falleció mi papá. Chanoc.

Haciendo un paréntesis, quiero contarles que le decían así por su particular bigote.

Chanoc era una serie de historietas de aventuras y comedia creado en 1959 por el escritor Martín de Lucenay y el dibujante Ángel Mora. Aunque siempre imaginé que Chanoc era el “viejito bigotón”, pues resulta que no. Ese personaje se llamaba Merecumbé. Y si se parecía mucho a mi padre.

Volviendo a aquella mañana que nunca olvidaré… ¿Fuiste vos papito? ¿Me quisiste avisar con el sonido del despertador que ya no funcionaba? Al día de hoy, lo creo así.

Así como también creo, y no voy a olvidar, que a él nada lo detenía. Ni la gente que no le compraba lo que vendía después de manejar hasta por 8 horas o más, ni el carro que a veces le fallaba (y que debía llevarlo al taller de “Chile e Perro”), otro agente le daba “ride”, eran buena gente con Chanoc.

Tampoco lo detuvieron las personas que decían: pero su apellido es de gente adinerada. ¿cómo es agente de ventas? Jajaaaaaaa siempre decíamos: ¡Ah, pero somos de los “Triples”, sin plata!

El carro se acercaba a casa pitando, era señal de que llegaba mi papito, con su valija negra llena o vacía de esperanza y también una que otra factura de la venta o no venta de Don Algodón o Kam Lung. La joroba del carro venía llena de frutas para nosotros. Salíamos corriendo: ¡Llegó papi, llegó papi! Le ayudábamos a bajar todo.

Si venía de la zona norte, nos traía frutas que pasaba comprando en Orotina y semillas de marañon. Si venía de la zona sur él aprovechaba que estaba cerquita de la frontera para traernos melocotones en conserva, ciruelas y chocolates con diferentes rellenos que me daba pena abrir… no sabía cuándo volvería a tener esa sensación maravillosa de probar tan delicioso manjar. “Allá era todo más barato”, me decía pa.

Solo él sabía cómo había sido su semana, sus ventas, pero nada lo detuvo para llegar a su hogar con regalos para todos.

Entraba a casa y lejos de descansar o quejarse bailaba boleros conmigo. Yo me subía a sus pies para seguirle el ritmo. ¡Cómo disfrutaba yo de esos viernes cuando llegaba mi papá!

Extraño ver sus ojos color esmeralda, sus abrazos, sus canciones y silbidos y cómo me hacía reír... era el mejor contando chistes y hasta los actuaba.

Nunca nada lo detuvo.

¿A usted que lo detiene de hacer, crear y crecer? Quizá la envidia, el odio, la tristeza no lo dejan hacer nada y esas tres cosas juntas pueden ser fatales.

Piense cómo quiere ser recordado (a), cómo puede ser un ejemplo positivo, especialmente para los suyos…

Mi papá puede que no haya sido perfecto, pero para mí fue el mejor.

¡Que nada te detenga!

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