Tomás Gómez
Las condiciones actuales llevaron a la expresidenta Laura Chinchilla a finalmente no presentar su nombre para la elección de la próxima presidencia del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), a celebrarse en dos semanas.
Por medio de una carta dirigida al presidente Carlos Alvarado, la liberacionista indicó que la pandemia y el cambio en la tradición que guardaba el cargo para un latinoamericano han generado un escenario adverso para el proceso y el futuro de la institución.
“Estoy convencida de que llevar a cabo la elección en este momento no ayudará a construir el clima de cooperación necesario para que el BID pueda desplegar todo su potencial y fomentar el diálogo y la convergencia entre naciones de nuestra región que permita enfrentar con mayor éxito las complejas tareas que se avecinan”, indica el texto.
En la misiva, Chinchilla agradeció el respaldo dado por las autoridades a sus aspiraciones tanto desde el Poder Ejecutivo como desde la Asamblea Legislativa.
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Al conocer la decisión, los ministerios de Hacienda y Relaciones Exteriores emitieron un comunicado conjunto donde, al igual que Chinchilla, insisten que “se debe generar un debate serio y de reflexión profunda y reposada en todos los procesos del BID, incluyendo el de la trascendental elección para la presidencia”.
“El BID requiere de una gobernanza eficiente y transparente, que promueva el respeto a la institucionalidad, tanto a lo interno como en los países, fomente la democracia y asegure una cultura organizacional más inclusiva”, dijeron.
La tradición puede romperse
Aunque la pandemia ha sido uno de los factores que han marcado la designación de la nueva cabeza del BID, fue la aparición un candidato estadounidense lo que terminó de alterar el ciclo.
Se trata de Mauricio Claver-Carone, un abogado de ascendencia cubana y española que ha trabajado para el Departamento del Tesoro, el Fondo Monetario Internacional y más recientemente la Casa Blanca, donde dirige los asuntos relacionados con América Latina en el Consejo de Seguridad Nacional.
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Su nombre comenzó a generar apoyos pero también la reacción de un grupo de expresidentes de la región como Juan Manuel Santos de Colombia, Ricardo Lagos de Chile, Julio María Sanguinetti de Uruguay, Fernando Henrique Cardoso de Brasil y el mexicano Ernesto Zedillo, quienes pidieron mantener la costumbre.
La expresidenta Laura Chinchilla se presentó también como opción al cargo para «fortalecer aún más el BID en su papel de socio estratégico de las naciones de la región en el impulso a la agenda de desarrollo».
Las aspiraciones de Chinchilla fueron acuerpadas luego por el Gobierno costarricense quien oficializó el impulso a la candidatura.
«El respaldo del gobierno de Costa Rica a las aspiraciones de la expresidenta Chinchilla, se enmarca en su tradición de apoyar de manera entusiasta las aspiraciones de costarricenses en puestos internacionales de relieve, sobre la base estrictamente de sus atributos y estimulando el liderazgo de la mujer», comentó el ministro de Relaciones Exteriores, Rodolfo Solano.
Argentina, por su parte, lanzó luego la candidatura de Gustavo Béliz, a la cual México adelantó su respaldo.
El capital define los votos
La elección del nuevo jerarca estaba planeada para la cumbre del Banco, convocada para marzo anterior en Barranquilla, la crisis del COVID-19 produjo su postergación para este mes.
Aunque varios países de la región e incluso la Unicón Europea, uno de los socios más importantes de la institución, promovieron retrasarla y generar un mayor espacio de diálogo, finalmente se designó el 12 y 13 de de setiembre.
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El método de votación se define por un sistema de cuotas donde el aporte al capital define el peso, lo que deja a Estados Unidos con el 30%. Le siguen Argentina y Brasil con 11,3% por país.
Otras porciones la mantienen México con 7,2%, Japón el 5% y Chile y Colombia con el 3,2% cada uno.
Costa Rica, por su parte, tiene 0,46% de derecho al voto.
