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Ilija Ivic, el calvario de un adolescente serbio en el fútbol de Kosovo

(Gracanica, Kosovo). Ilija Ivic, un gigante de 16 años, solo quiere jugar al fútbol. Pero cuando eres el primer serbio…

Por AFP

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Ilija Ivic, el calvario de un adolescente serbio en el fútbol de Kosovo
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(Gracanica, Kosovo). Ilija Ivic, un gigante de 16 años, solo quiere jugar al fútbol. Pero cuando eres el primer serbio convocado por el equipo nacional de Kosovo, no es suficiente con darlo todo en el campo, también hay que hacer frente a insultos y represalias.

El adolescente vive en Gracanica, pueblo situado a unos diez kilómetros de Pristina, capital de Kosovo, uno de los diez enclaves serbios situados en la antigua provincia de Belgrado, poblada en su gran mayoría por albaneses.

Serbia nunca ha reconocido la independencia de Kosovo y los ataques más duros contra el joven defensa vienen de otros serbios que lo acusan de ser “un traidor”.

Ivic juega desde hace tres años en el Pristina Flamurtari, club de la primera división, donde la mayoría de jugadores son albaneses o kosovares.

Su talento llamó la atención de la Federación Kosovar y del seleccionador nacional Sub-19, Ramiz Krasniqi, que le invitó a unirse a su equipo.

Ivic, de 1,95 m de estatura, anunció la noticia a la prensa kosovar y fue puesto rápidamente en la diana.

“Bomba en Kosovo, un serbio en el equipo de Kosovo”, señaló un tabloide de Belgrado.

Su madre Tanja, funcionaria en el municipio de Gracanica, fue despedida sin una explicación oficial.

Su padre Dusan señaló a la AFP que todavía conserva su empleo como contable en un instituto pero que tiene “miedo de ser víctima de medidas similares”.

Crueldad

El adolescente no tiene intención de dejarse intimidar. “Lo miro todo a través del prisma del fútbol. Les responderé en el terreno”, señaló a la AFP.

Lorik Maxhuni, de 27 años y lateral del Flamurtari, cree que vivirá “momentos difíciles”. “Él no habla de presiones, pero se le ven en la cara”, añade.

Más de 20 años después de una guerra que provocó 13.000 muertos, las relaciones entre Belgrado y Pristina siguen a flor de piel.

Serbia, que hasta 2016 consiguió cerrar las puertas de la UEFA y de la FIFA a su antigua provincia, financia en los enclaves serbios administraciones, sistemas de salud y de educación para evitar cualquier acercamiento a Pristina.

“Belgrado logra bastante bien controlar a los serbios, por eso son tan hostiles contra Ivic”, señala el analista político Nexhmedin Spahiu.

“Es solo un adolescente, pero su caso podría sentar jurisprudencia, no solamente entre los deportistas, también entre la minoría serbia en general. Y Belgrado quiere impedirlo a toda costa”, agreaga.

La Federación de Fútbol de Kosovo cree que este caso “muestra la crueldad de la política serbia hacia los serbios”.

Víctima de la segregación

Ivic es “víctima de la segregación”, denunció en Facebok el primer ministro kosovar Albin Kurti. “Déjenle jugar donde quiere libremente”.

Su caso ha hecho reaccionar también a las embajadas occidentales. “¡Felicidades a Ilija Ivic! Incita a todos los jóvenes kosovares a trabajar duro, desarrollar sus talentos y cumplir sus sueños”, señaló en Twitter la embajada de Estados Unidos.

Ilic no tiene intención de rechazar la llamada de la selección Sub-19. “Me siento en casa en el Flamurtari”, añadió casi sin respiración tras un duro entrenamiento en Pristina.

Los serbios y los albaneses prácticamente no hablan la lengua del otro, pero Ilic ha aprendido varias palabras en albanés gracias al contacto con sus compañeros. “También utilizamos el inglés, depende”, subraya.

El talento juvenil ha hecho toda su carrera en el Flamurtari, donde comenzó como infantil.

“Esta historia es solamente la de un joven que quiere cumplir su sueño y convertirse en un gran jugador de fútbol”, señala Arbnor Morina, director del club.

En el hogar del jugador, en las afueras de Gracanica, la familia vive ahora únicamente con el salario del padre, unos 600 euros.

La familia es apoyada por sus vecinos. “Quiero decir a todo el mundo que deje a este chico hacer lo que quiere”, señala Dara, una serbia de unos 50 años.

“Solo quiero jugar al fútbol, eso es todo”, concluye Ivic.

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