Blogs

Honrar nuestros espacios personales con límites sanos y rituales

Jessica Hoffmaister para El Observador Hace un año tuve la oportunidad de visitar la casa de un familiar, al otro…

Por Blog

Tiempo de Lectura: 2 minutos
Honrar nuestros espacios personales con límites sanos y rituales
Facebook Twitter Whatsapp Telegram

Jessica Hoffmaister para El Observador

Hace un año tuve la oportunidad de visitar la casa de un familiar, al otro lado del Atlántico. En República Checa para ser exacta.

Tan pronto llegamos, cansados, de un viaje de más de 12 horas, al cruzar el umbral de la puerta nos esperaban un par de sandalias nuevas a cada uno (viajaba con mi hijo y su abuela). De manera amable nos dijeron: “en nuestra casa se puede andar solamente con estos zapatos o descalzos”.

Aquí no hay medias rotas, ausencia de pedicura o el pie caliente que tanto nos cuidan las abuelitas, ninguna justificación es válida. El zapato que ha tocado la calle no entra a la casa.

Claramente esa práctica hoy nos resulta común en medio de la pandemia, pero hace un año era absolutamente atípico en nuestros hogares.

En aquel momento cuestioné en silencio: ¿por qué este ritual de dejar los zapatos afuera? Las respuestas racionales llegaron rápidamente…“el piso laminado era muy delicado y que era una forma de cuidar la propiedad”.

Conforme pasaron los días, observé que no era un tema tan racional como las respuestas del primer instante. Allá afuera, en la calle, en el bus, en el metro, nos cruzamos con mucha gente, mucha energía (en aquel momento no pensaba en virus, pero actualmente sí) y, en definitiva, venimos cargados.

Cargados de afuera, de todos y de nada, de sociedad y de suciedad… al entrar a casa sin filtros, toda esa energía (buena y mala) entra a ese lugar sagrado, su hogar.

Un hábito tan sencillo como el de quitarse los zapatos, no solo da libertad y confort al pie, sino que nos desconecta físicamente de todo lo que ha quedado afuera.

Más allá de los temas de higiene que nos preocupan a todos hoy, el ejercicio de dejar los zapatos es también una práctica consciente de separar los espacios, lo público de lo privado.

Honrar nuestros espacios personales 

Hoy más que nunca, tanto las redes sociales, como el trabajo remoto, nos han desdibujado la línea que se trazaba entre el espacio personal, familiar, laboral y colectivo. Ahora trabajamos más tiempo desde casa, al mismo tiempo que coexistimos con los deberes escolares y con las mensajerías que nos llegan a abastecer.

Una gran mayoría hemos tenido accidentes con la cámara o el micrófono de la computadora, mientras resolvemos algún tema familiar. Al desdibujar estas líneas, perdemos la noción de lo público y lo privado.

Acá echar mano a rituales, como el de dejar los zapatos afuera y/o establecer horarios para trabajar, pero sobre todo generar un compromiso genuino y personal con mantener espacios “seguros, privados y armonizados” nos ayudarán a trazar de nuevo la línea.

Nuestro hogar, donde quiera que sea, podría ser ese sitio de “recargar” y “descanso”, donde nos sentimos bien, genuinos, agradecidos. Resguardar el espacio “seguro” donde habitamos liberándonos del apego a lo externo es una forma de amarse usted y a los suyos.

Jessica Hoffmaister