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Hanna Gabriels: “Quiero ser la mejor versión de mí misma”

La vida de Hanna Gabriels es, desde el jueves pasado, un libro abierto. Con el filme “La leyenda de un…

Por Ana María Parra A.

Tiempo de Lectura: 5 minutos
Hanna Gabriels: “Quiero ser la mejor versión de mí misma”
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La vida de Hanna Gabriels es, desde el jueves pasado, un libro abierto.

Con el filme “La leyenda de un triunfo” ocupando ya la cartelera local la Hanna niña; la Hanna adolescente; la Hanna que se ha caido y vuelto levantar hasta ser una campeona de guante firme en el rin, deja ver su vida en los pasajes más fundamentales.

Como una creación de Café Cinema, “La leyenda de un triunfo” es un filme de ficción-documental que, tanto la productora como la boxeadora campeona mundial de la categoría supewélter de la Asociación Mundial de Boxeo, ven como un aporte positivo a una sociedad sedienta de esperanza.

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La vida de Hanna Gabriels no fue para nada fácil. Víctima de abuso sexual a sus cinco años -hecho que vino a sanar recién hace tres años-, una familia fracturada, sueños que se truncaban… todo ello forma parte de su historia.

Una historia en la que ella, como la mejor protagonista que hubiese imaginado un guionista, vence para alzarse en victoria. Fue un reto para Hanna Gabriels compartir su vida, y es una esperanza la que guarda de que su historia saque adelante a otras personas en difíciles circunstancias

Ella lo dice mejor que nadie en esta entrevista con El Observador.

“El deporte me salvó”

El boxeo no fue la primera opción en el imaginario de Hanna Gabriels; de adolescente solo tenía ojos para el atletismo. Pero un buen día, o quizás no tanto, una lesión la dejó fuera de las pistas con una sentencia de que no podría volver jamás a hacer deporte.

Enojada, rebelde, insolente o “malcriada”, como ella misma lo dice, se volvió la adolescente Hanna; hoy una Hanna que quedó lejos pero el proceso no fue fácil. Eso también lo aborda “La leyenda de un triunfo”.

“El deporte me salvó”. Esa es una de las frases fundamentales de esta película. Hablemos de esa nueva oportunidad que fue el deporte para una Hanna muy distinta a la de hoy.
Yo empecé en el atletismo a mis cinco años de edad, a la misma edad donde sufrí mi abuso sexual. Lo único que recuerdo de ese entonces es que yo quería ser campeona olímpica en atletismo.

“Todo mi esfuerzo, toda mi concentración, toda mi energía estaban enfocados en eso. En el kinder y en la escuela me hacían mucho bullyng por ser la negra; a los nueve años, un buen día, me cansé y me soné a alguien (da un golpe con su puño izquierdo en la palma de su mano derecha) y ahí dejaron de molestarme.

“Pero por ahí de los 13 años, cuando uno cree que siempre tiene la razón (ríe), me convertí en una chiquilla más rebelde, muy malcriada con mis padres también. Y a los 15 me lesioné y me tuve que retirar. Y yo sentía que mi sueño se salia de mis manos.

“No había terminado el colegio porque me quedé (perdió el año lectivo), tuve que salir a trabajar para ayudar a que mis papás no perdieran la casa. Ya a mis 16 (años) mis padres se separan porque estaban en alcoholismo…

“Todo estaba destruido en mi familia. Mi hermano y yo tuvimos que hacernos cargo de los más pequeños pero fue el deporte lo que mantuvo bien.”

¿Porque le dio estabilidad o porque fue su refugio?
Creo que si yo no hubiese estado en deporte habría entrado en depresíón fácilmente. Hubiera sido más autodestructiva y a más temprana edad.

“El deporte era mi salida; era mi escape de ese dolor tan grande que llevaba dentro y cuando me lesioné se me vino el mundo abajo. Me dijeron: ‘no puede hacer deporte nunca más’.

“Pensaba: ‘entonces ¿para qué tanto esfuerzo?’, y las voces de mi cabeza me decían: ‘usted no es merecedora de nada. Siempre le va a ir mal no importa cuánto se esfuerce’.

“Un día toqué fondo y pude mirar hacía arriba y tomar la mano que estaba extendida hacía mi y empecé un camino diferente.”

¿Tomar conciencia de que iba por el camino incorrecto fue parte de ese cambio?

Así es. Las personas a veces no estamos contentas con cómo está nuestra vida pero no reconocemos que, en gran parte, nosotros mismos tenemos una gran cuota de responsabilidad en eso.

“Es cierto que yo pasé un muy mal momento de pequeña; pero cuando pude tomar mis propias decisiones hubo algunas que no tomé para bien de mí misma. Andaba por ahí haciéndome la víctima y reaccionando mal.”

Sin maquillar la realidad

La película “La leyenda de un triunfo” muestra esos pasajes duros de la vida de Hanna Gabriels pero no como un relato descarnado; aborda con sutileza y con carácter de documental buena porción de lo que narra.

Hanna Gabriels ha sido enfática en que ha cometido errores en su vida y aún así no exigió que editaran a conveniencia su historia.

El abuso sexual; la chica enojada con su madre pero con su padre puesto en un pedestal; la adolescente incómoda, la mujer que culpaba… Permitió que su historia se contara sin maquillarla. ¿Es Hanna muy valiente?
He aprendido que Dios me ha puesto en esta posición, no para que yo me vanaglorie por mis logros o por los cambios que he hecho, sino para que la gente entienda que no importa en el punto de su vida en el que se encuentra, cada persona tiene una enorme fuerza de voluntad. Como yo, siempre dije: que si yo me dedico a lo malo lo hago excelente y se me dedico a lo bueno también puedo hacerlo excelente porque tengo impetú.

“Entonces, no se trata de ser valiente. Se trata de que la gente pueda ver a través de mí y se puedan identificar y decir: ‘tal vez no me siento orgulloso de un montón de cosas, pero puedo tomar decisiones diferentes’.

“Yo pude darme una oportunidad de ser alguien diferente. Yo quiero ser la mejor versión de mí misma.

“Cuando doy mis charlas le digo a la gente que no se culpen demasiado, que no se castiguen demasiado. Lo que hay que hacer es confrontarse y el cambio será auténtico, porque sino se camina por la vida cometiendo los mismos errores. Por eso digo que, definitivamente no es valentía de mi parte.

-La gente puede ser muy cruel. ¿Está preparada para la crítica?
Sé que mucha gente va a decir cosas. Cuando salió a la luz el abuso que había sufrido, mucha gente se dejó decir que lo que yo quería era dar lástima.

“Hoy la gente está alimentando lo peor de sí misma. Uno ve Facebook y de la noticia más hermosa, más inocente,hay comentarios horrorosos. Pero en el fondo lo único que hacen esas personas es exponer lo que hay en su corazón.”

“El amor es la única vía”

En junio de este año, la campeona, fue nombrada colaboradora de alto perfil del ACNUR, la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados. Desde ese momento, Hanna está llamada a elevar su voz por las personas que han huido de sus países para salvar su vida o para proteger sus derechos fundamentales.

Así, trabaja junto a ACNUR en proyectos de sensibilización, charlas y espacios de convivencia para las personas refugiadas

-En el fondo, entonces, con está película quiere dar un esperanza, una testimonio de superación.

Si, para que las personas se identifiquen con mi historia. Ahora que yo soy cooperadora de alto perfil de la ACNUR parte de mi labor es concientizar a las personas de que el amor es la única vía. Que nuestra dignidad como seres humanos está por encima de la procedencia de uno porque las fronteras se hicieron para la política.

“Si nos pusiéramos en los zapatos de las otras personas nos daríamos cuenta de que, con todo y nuestros problemas, somos personas privilegiadas”.

“Nos daríamos cuenta de que la mejoría que estamos buscando depende de nosotros, de nuestra iniciativa, de ser proactivos, de perdonar.

“A veces estamos tan enojados con la gente que no podemos avanzar y no reconocemos que, quizás, hemos sido en algún momento para otros esa persona a la que no pueden perdonar.

“Perdonar a otros, perdonarse a sí mismo le permite a uno caminar por la vida de manera diferente.”