Destacado

Exploradora de NatGeo: las comunidades tienen que estar en el centro de la conservación

El mundo – Costa Rica no escapa – vive una crisis pesquera sin precedentes. El recurso pesquero alimenta a millones…

Por Manuel Sancho

Tiempo de Lectura: 4 minutos
Exploradora de NatGeo: las comunidades tienen que estar en el centro de la conservación
Facebook Twitter Whatsapp Telegram

El mundo – Costa Rica no escapa – vive una crisis pesquera sin precedentes. El recurso pesquero alimenta a millones en el mundo, pero es limitado en los mares. Aún así el humano depreda sin medirse. Según un estudio del proyecto mundial Sea Around Us, globalmente se subreporta el 30% de las pesquerías. En el 2010, más de 32 millones de toneladas de peces se extrajeron sin reportar.

¿Cómo lograr mantener el balance, de comer y vivir de la venta de la pesca, sin acabar con todo? ¿Cómo lograr que las comunidades usen los recursos que necesitan – basados en mediciones científicas – al tiempo que los investigadores respeten y aprovechen el conocimiento que durante miles de años han cosechado esas poblaciones nativas?

Es parte del reto que se vive no solo a nivel de pesca, sino en todos los recursos que el ser humano toma de la naturaleza para su desarrollo. Y son asuntos que la ecóloga brasileña Carolina Freitas ha enfrentado y abordado, junto a comunidades del Amazonas, para aumentar los esfuerzos de conservación y hasta salvar una especie de pez que estaba en riesgo.

Esta semana, la exploradora de National Geographic se presentó en Costa Rica en alianza con el Centro Cultural Costarricense Norteamericano.

OBSERVE MÁS: Carolina Freitas, exploradora de National Geographic, dará charla gratuita en Costa Rica

Ciencia y pueblo: conocimientos valiosos y complementarios

La ecóloga ha trabajado una década con comunidades del Amazonas. (Cortesía CCCN)

Investigadora y exploradora, Freitas reiteró que se debe reconciliar el conocimiento de los pueblos indígenas con el científico que generan universidades e investigadores.

“La gente piensa que una persona que fue a la universidad sabe mucho más que uno que no fue a la escuela o la universidad. No es así. Esta gente (pueblos originarios) tiene un conocimiento acumulado que es fruto de la observación diaria”, explicó en entrevista con El Observador.

El llamado conocimiento tradicional es profundo, amplio y se transmite de una generación a otra. Mientras que academia y científicas deben generar estudios, que se usan para tomar decisiones informadas como sociedad.

La suramericana señaló que por medio de entrevistas y otros métodos se obtiene información de las comunidades. Lo hizo en islas flotantes en la Amazonía, donde no había documentación, pero ella recopiló a partir de sus mediciones y lo que le informaron los habitantes.

Salvar un pez

Freitas destacó la necesidad de escuchar a las comunidades. (Cortesía CCCN)

Uno de los proyectos que más lecciones le dejó a Freitas, fue desarrollar – junto a las comunidades – una gestión exitosa del pez arapaima gigante (llamado pirarucú), que llegó a estar en peligro de extinción ante su pesca abusiva.

Es la imagen que se repite en todo el mundo, como en el Golfo de Nicoya en Costa Rica, donde la sobreexplotación tiene en jaque el recurso pesquero. En la Amazonas, se usaron estudios de un investigador y datos de la comunidad, para crear un protocolo que transformara la forma en que se pescaba.

“Por ejemplo insumos que ellos tenían, que este pez sube a la superficie para respirar como un delfín. Las personas sabían cómo identificar esto. Los científicos no. Ellos siempre saben, dónde está, tienen una noción detallada”, dijo.

A partir de los relatos, un científico ideó un protocolo para contabilizar los peces y así definir cuánto y cómo se pesca. Aún así, según mencionó Freitas, las autoridades brasileñas no querían permitir ninguna pesca, ya que el animal estaba en alto riesgo.

Pero aunque las condiciones sean dantescas, la pesca se realiza. La pesca ilegal es una crisis mundial. Una comunidad consciente e informada, junto a la autoridades, puede lograr un equilibrio y recuperar los recursos.

“Hicieron un experimento. Algunos comunitarios dijeron queremos apoyarte y funcionó. Entonces la agencia permite expandir la pesca a otras áreas. Ahora hay como 450 comunidades que lo hacen, con autorización de la agencia. Siguiendo un montón de reglas”, detalló.

Si bien los nativos tienen autonomía, hay normas, por ejemplo:

  • cota o tamaño de pesca limitada
  • pescadores deben fiscalizar el área para combatir la pesca ilegal
  • deben decidir en cuáles lagos se pesca y en cuáles está prohibido durante el año para la recuperación del paz

Dentro de estos procesos las comunidades deben ser prioridades. “Quizás a veces ellos solos tenían esas ideas, pero no tenían esta visión tan macro. Un investigador puede ayudar en esta manera. (…) Pero tiene que estar en el centro de la conservación”, afirmó.

La ecóloga brasileña reiteró que si bien la ciencia genera datos importantes, a escalas mayores, se debe unir con lo que presentan las comunidades, con mediciones más cortas. Por eso urgió a diferencias de la conservación como un fin y como medio.

“Para muchos la conservación es un fin, ver la naturaleza conservada. Para otros es un medio. Para la gente que vive ahí, es un medio de garantizar que van a tener sus recursos, de los que dependen ellos, para comer, economía, prácticas culturales”, explicó.