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Estudiando en casa

Natalia Calderón para El Observador Ni vacaciones, ni un tiempo ordinario. Estamos en una contingencia, por eso es fundamental el…

Por Desde la Columna

Tiempo de Lectura: 2 minutos
Estudiando en casa
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Natalia Calderón para El Observador

Ni vacaciones, ni un tiempo ordinario. Estamos en una contingencia, por eso es fundamental el equilibrio.

No es conveniente que los estudiantes pasen todo el día en clases frente a la computadora, con recreos incluidos, como si estuvieran en la escuela en forma presencial. No es lo mismo, y el momento emocional tampoco es el más apto.

Razón por la cual es importante tener rutinas, cumplirlas todos los días (estudiar) de lunes a viernes, pero con un horario más ajustado a la realidad y tomando en cuenta que muchos padres están agotados, desbordados o con una situación económica incierta. Esta es una situación atípica y así debemos manejarla.

El tiempo de atención de los niños varía de acuerdo a su edad y maduración, nada es rígido. Pero en promedio:

  • los niños de 6 años tienen una nivel de atención de 12 a 30 minutos
  • los de 8 años de 16 a 40 minutos
  • los de 10 años de 20 a 50 minutos
  • y a partir de 10 años la mayoría logran la hora

Cada niño es único.

Es muy útil además:

  • Tener una rutina (usar fotos).
  • Tener un lugar especial para trabajo escolar (el mismo día y ojalá a las mismas horas).
  • Poner un banco debajo de los pies del niño, sino le pegan al piso.
  • Tener cortos descansos para reactivar el cerebro.
  • Despertarse a una hora establecida en familia.
  • Bañarse y desayunar.
  • Alistar el material que sea necesario.
  • Trabajar en periodos o bloques cortos (máximo de 40 minutos), y con receso de 15 minutos (no ver televisión en el receso), si es necesario hacer otro bloque de 40 minutos o más bloques.
  • Hacer cinco pausas al día: dedicar 5 minutos a estar quieto, respirar, oxigenar el cerebro.
  • Tres estaciones o momento de ejercicio físico (mínimo).
  • Así como colaborar en la casa (es una asunto de todos).

Los niños y adolescentes están aprendiendo, hoy más que nunca, a resolver conflictos, a ser más resilientes, a saber que nos tenemos unos a otros, a que juntos somos más fuertes.

Además aprenden a adaptarse a otras circunstancias, a ser compasivos, más considerados, más humanos.

Todos estamos haciendo lo mejor que podemos con las herramientas y recursos que tenemos, padres, madres, docentes y los niños y adolescentes también.

Recordemos que sin salud mental, no hay salud.