Tomás Gómez
La Sala Constitucional admitió para estudio la semana anterior un reclamo por la prohibición del dióxido de cloro como supuesto tratamiento contra la COVID-19.
Por medio de un recurso de amparo, un hombre de apellidos Bello Muñoz reclamó la disposición del Ministerio de Salud, al que el alto tribunal le pidió su postura sobre el tema.
El debate, sobre el cual no hay pronunciamiento definitivo, generó alerta en un grupo de profesionales en farmacia y estudiantes de la carrera en la Universidad de Costa Rica (UCR), quienes presentaron a la Sala una coadyuvancia en la que explican desde el punto de vista técnico los riesgos del compuesto químico.
Aunque se ha alegado su potencial prueba ante la falta de un medicamento para la enfermedad, los expertos destacan que sobre el compuesto ya están conocidos los efectos adversos y como tal no se debería permitir.
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“Las propiedades químicas y los efectos perjudiciales para la salud del dióxido de cloro hacen que no sea viable realizar estudios clínicos en humanos para tratar de demostrar su eficacia para tratar la infección por el virus SARS-CoV-2. Realizar estudios en humanos contraviene los principios más básicos de investigación clínica, al tratarse de una sustancia que a priori puede establecerse su falta de seguridad y eficacia”, señala el escrito.
En el texto se plantea que no hay datos científicos clínicos o preclínicos donde se pueda justificar el uso y se agrega que “los reportes anecdóticos en literatura no científica no son insumos para motivar un estudio clínico”.
“Los efectos nocivos de ingerir dióxido de cloro son ampliamente reconocidos en la comunidad científica y a pesar de que se utiliza en superficies inertes como desinfectante, avalar su uso para consumo humano podría afectar seriamente la salud pública y generar lesiones graves e incluso la muerte”, agregaron.
¡Cuidado con los experimentos!
Según detallan los recurrentes el dióxido de cloro es considerado a la fecha como un veneno y como tal no es sujeto para posibles aplicaciones humanas autorizadas.
Como potenciales riesgos se destacan:
- Insuficiencia respiratoria
- Cambios en actividad cardiaca
- Caída de la presión arterial
- Destrucción de glóbulos sanguíneos que puede generar anemia
- Vómito y diarrea
El escrito enviado a la Sala explica que toda sustancia que llegue a ser considerada como “medicamento” debe pasar por el control del Ministerio de Salud para obtener sus permisos sanitarios.
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Dicho trámite estará supetido a la demostración de la eficacia y seguridad del producto, lo cual no ha ocurrido en el caso del dióxido de cloro, que tampoco ha pasado por las diversas fases de experimentación.
Sobre la evidencia, los coadyuvantes insistieron en que se debe respetar la dignidad humana y evitar exponer a las personas a riesgos.
Como firmantes del escrito aparecen el docente Freddy Arias y los estudiantes Angie Vargas, Sofía Arias, José Daniel Calderón, María Fernanda Sánchez, María Alejandra Jiménez, Alfredo Matamoros, Álvaro Alfaro, Katherine Durán, Adriana Salinas, María Jimena Morales y Valeria Portuguez.
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