Lente Mundial

En España, comprensión y fatiga ante el toque de queda nocturno

por Daniel Bosque en Barcelona y Thomas Perroteau  en Madrid (Barcelona, España). Todavía no anochece y en Barcelona ya se empieza…

Por Berlioth Herrera

Tiempo de Lectura: 3 minutos
En España, comprensión y fatiga ante el toque de queda nocturno
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(Barcelona, España). Todavía no anochece y en Barcelona ya se empieza a respirar el toque de queda nocturno decretado en España, una medida recibida con comprensión y fatiga por unos ciudadanos sometidos a numerosas restricciones por la pandemia.

Poca gente transita por las calles de la segunda ciudad española. La mayoría de comercios están cerrados al ser domingo y los bares y restaurantes llevan más de una semana con la persiana cerrada por un decreto del gobierno regional catalán.

“He salido a pasear y casi te asustas de la poca gente que hay”, se sorprende José Benítez, un jubilado de 76 años que cruza en soledad una amplia avenida de la urbe catalana, protegido del virus con una mascarilla higiénica azul y del incipiente frío otoñal por una gabardina beige.

El toque de queda ni le sorprende, ni le preocupa: “a esa hora yo siempre estoy en casa”. Pero le asusta el fuerte incremento de casos en el país: “Empieza a preocuparme porque si a mi me pilla, a mi edad no lo supero”.

Paseando por una calle cercana, por la que se llega a la popular basílica de la Sagrada Familia, una pareja joven se muestra agotada. Aseguran haber limitado sus movimientos y acotar su círculo social, pero se dicen fatigados por la situación.

“Creo que no se está teniendo en cuenta la faceta social de los seres humanos. Se restringe todo lo vinculado con el ocio, pero luego podemos ir a trabajar en vagones de metro llenos de gente”, explica Julia Valera, bióloga de 25 años.

Durante el confinamiento domiciliario decretado en España entre marzo y junio, durante la primera ola de la pandemia, ella y su pareja Albert Carles estuvieron separados.

“Fue muy duro, tuvo momentos de mucha ansiedad y de angustia. Incluso he empezado a tratármelo”, asegura él, ingeniero industrial de 26 años.

La soledad de las calles de Barcelona desaparece en las plazas ajardinadas que rodean el templo de la Sagrada Familia. Sin bares ni comercios, los parques son la opción predilecta de los barceloneses para pasar la tarde del domingo, en algunos casos sin respetar las distancias ni la obligatoriedad de llevar mascarilla.

Junto a un pequeño lago donde se reflejan las torres de la basílica diseñada por el arquitecto Antoni Gaudí, Bea Alós recoge a sus dos hijos para volver a casa. Para esta profesora de 42 años, que sí lleva mascarilla, el toque de queda “es una medida radical, pero se entiende en este contexto de pandemia”.

“Al menos, espero que sirva para evitar un confinamiento domiciliario, que con niños es difícil. Pero con esta situación tan incierta y cambiante, a veces piensas si no sería mejor encerrarnos dos o tres semanas para al menos solucionarlo de una vez”, asegura esta mujer.

Preocupación por la economía

En Madrid, ya llevan dos semanas en estado de alarma, aplicado previamente en la capital y ocho municipios aledaños para decretar un cierre perimetral a sus ciudadanos.

El levantamiento de esta medida este sábado se solapa con el estado de alarma decretado a nivel español por el gobierno central para imponer un toque de queda de 11 p.m. a 6 p.m. hora local, que venían solicitando los gobiernos de varias regiones autónomas del país ante el fuerte incremento de casos.

Esta semana, España se convirtió en el primer país de la Unión Europea en superar el millón de casos diagnosticados de covid-19, mientras el balance mortal se acerca a las 35.000 víctimas.

“Puedo entenderlo, pero depende de lo fuertes que sean las medidas puede ser un poco demasiado, sobre todo a nivel económico”, apunta Adán Skaly, un joven empresario de 23 años.

“Para mí tendría que ser un toque de queda a las 9 de la noche”, asegura Carolina Beltrán, una recepcionista de 36 años.

“Quizás la gente se sorprende, pero para mi cuanto antes se restrinjan las cosas, mejor para pararlo y que lleguemos a Navidad un poco más tranquilos”, añade.