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Appenzell: un mágico lugar en Suiza

En casi la esquina más al noreste de Suiza, muy cerca de Austria y Alemania, se esconde este pintoresco y…

Por Desde la Columna

Tiempo de Lectura: 4 minutos
Appenzell: un mágico lugar en Suiza
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En casi la esquina más al noreste de Suiza, muy cerca de Austria y Alemania, se esconde este pintoresco y folclórico pueblo.

Appenzell es uno de los 26 cantones suizos. Tan solo el camino a este lugar es un preámbulo de la belleza de lo simple y el amor por la naturaleza.

Nos quedamos en el Hotel Säntis, un hotel que mezcla de manera espectacular el “lujo de pueblo” con lo autóctono del lugar. Ubicado en la plaza principal conocida como Landsgemeindeplatz; es ahí mismo donde -cada año en el último domingo de abril- se realizan las elecciones, aprueban las leyes y el presupuesto cantonal.

Lo maravilloso de este evento es que, entre los habitante que participan, estos votan levantando la mano. A esto se le conoce como Landsgemeinde. Actualmente, solo Appenzell Innehrroden y Glaris utilizan este sistema.

Esta plaza es el centro del pueblo donde se llevan a cabo las principales actividades durante el año, ya sean políticas como el Ladsgemeinde, actividades culturales como la feria de ganado y concierto de yodlers; o actividades sociales como el Weihnachtsmarkt (Mercado de Navidad).

Muy cerca, a unos cuantos metros, está el restaurante Marktplatz, mi favorito. Es de comida típica suiza cuyo dueño, Armin, es suizo-venezolano.

El restaurante a lo interno es todo en madera tallada con diferentes motivos relacionados con el pueblo, que incluyen campesinos y vacas. Las mesas y sillas son talladas con diseño especial para el restaurante.

El menú cambia dependiendo de la época, pero dentro de los platos fijos está el Tartar de Carne al estilo Marktplatz, ¡Una exquisitez!

(Foto cortesía de Restaurante Marktplatz)

Caminar por este pequeño pueblo es una maravilla. El aire es puro, las vistas espectaculares y las casas y edificios con sus fachadas pintadas hacen que nos sintamos en un pueblo sacado de un libro de cuentos.

Hay que caminar por Hauptgase o Marketgase, recorrer las tiendas y tomarse fotos en cada esquina ya que cada una es más pintoresca que la anterior.

Hauptgasse de Appenzell (Foto: Christof Sonderegger cortesía de www.appenzell.ch)

Sin embargo, existen muchas actividades por hacer y la gran mayoría involucran naturaleza.

Wildkirchli es quizás uno de los destinos más famosos, en Ebenalp. A esta montaña se llega en teleférico y tras una corta caminata se llega a la ermita y a la capilla, que luego se convirtió en posada y gradualmente se transformó en Berggasthaus Aescher, uno de los inns más viejos del país.

Berggasthaus Aescher (Cortesía de www.appenzell.ch)

Mi atracción favorita fue subir el Säntis, la montaña más alta del área a 2.502 metros sobre el nivel del mar. Se puede subir a pie, algo que recomendaría solo para aquellas personas montañistas expertas, o a través de góndola.

Una vez arriba el panorama es algo nunca antes visto. La posibilidad de tener acceso a una vista de 360 grados sobre Los Alpes, desde donde se dice que en días despejados se pueden observar 6 países: Alemania, Liechtenstein, Austria, Italia, Francia y Suiza.

Si el día está soleado, sentarse en la terraza a contemplar la naturaleza es algo mágico. Incluso almorzar ahí con esas vistas es una experiencia imposible de tener en otro lugar del mundo.

Para descansar las piernas, hicimos una parada en Hoff Weissbad Hotel, que cuenta con instalaciones hermosas, y distintos tratamientos, además de vistas espectaculares en las piscinas y áreas de descanso.  

(Cortesía de www.hofweissbad.ch)

Existen varios restaurantes de montaña para almorzar o cenar que ofrecen menús típicos y vistas envidiables. Así como otros tours que se pueden realizar a como hacer hicking entre Wasserauen hasta Schwendibach y subir al lago Seealpsee.

No se pueden marchar sin probar la cerveza de la zona, mi favorita es la Appenzeller Weizenbier; y el licor más exquisito: el Appenzeller, una bebida única compuesta por 42 ingredientes secretos de plantas y hierbas. Ha sido considerado como un digestivo por más de 100 años. Y para rematar: el queso Appenzeller.

Desde aquí se puede también disfrutar a pocos minutos en carro de una visita a San Gallen, el Lago de Constanza o Liechtenstein.

La visita no habría sido la misma sin disfrutar la última noche de un concierto al aire libre de yodellers “appenzelleños”. ¡Un verdadero arte!

(Foto cortesía de www.appenzellerecho.ch)