Desde la Columna
Marian Bákit para El Observador
Llegó la Navidad y con ella la saturación de campañas publicitarias.
La televisión está invadida de extensos cortes comerciales con personas felices, arbolitos, Santas, duendes y coronas. Las redes sociales están invadidas de rojo y verde con promociones de ropa, canastas surtidas y postres que ni sabíamos que existían. Para rematar, en la calle nos aparecen tamales en cada parada de bus que hacen que olvidemos lo que significa la palabra “dieta”. Pero así es diciembre, ¿o no?
Lo cierto es que, las marcas se han preparado durante meses para esta temporada; escogiendo surtidos de productos, negociando promociones y guardando presupuestos para rematar en fin de año y así lograr obtener un cachito del aguinaldo de cada uno.
¿Qué queda en nuestra memoria?
Pero ¿cuáles y cuántas campañas de publicidad logramos recordar en enero, una vez pasada la pierna de cerdo, los regalos y “El Chinamo”? O mejor aún, ¿cuáles recordamos a lo largo de nuestra vida?
Esta pregunta la hice a varios amigos y familiares.
Los adultos, pasaditos de los 40, recuerdan las campañas del “gordo navideño” y otras internacionales con historias bien contadas. Los jóvenes recuerdan campañas de IKEA que han visto en Youtube. Los más niños recuerdan la de Dos Pinos, “la de los muñequitos”. Pero hay una marca que todos recordaron como insigne de la navidad: Coca Cola.
Entonces ¿qué factores hacen que recordemos una campaña y que olvidemos miles?
Los 4 factores
Menciono cuatro factores que inciden en la manera en la que almacenamos información y descartamos otra.
1- Historias bien contadas
La Navidad es la época perfecta para contar historias que nos hagan pensar, llorar o reír. Reunirnos con la familia, ver a amigos que no vemos hace meses, recordar a los que se han ido… son algunas situaciones que hacen que la sensibilidad, en este mes, esté a flor de piel.
Las marcas pueden aprovechar este momento para conectarse con sus clientes. Sin embargo, no se trata de tener una buena historia, es saber contarla y convertir a la marca en el vehículo perfecto para llevar un buen mensaje a sus consumidores. Claro, requiere de astucia y elegancia.
2- Conflicto de realidad
Es cuando nos sorprenden creando un conflicto entre la realidad y la ficción a través de situaciones absurdas. Por ejemplo, en el caso de Dos Pinos, dotando a los productos de propiedades humanas, creando un “impacto bonito” en los niños quienes ven todos los días a estos personajes en la refrigeradora de sus casas.
3- Identidad
Apropiarse de características idiosincrásicas de una sociedad y darles un giro jocoso y comercial también facilita la conexión y recordación de una audiencia ante un producto. El efecto se multiplica si es una situación de la que todo mundo está hablando y una marca logra aprovecharla justo a tiempo.
4- Frecuencia
Por último, un factor que no tiene que ver con el arte de la creatividad, si no más bien con la estrategia ¿de qué sirve una excelente campaña si nadie la ve?
Para poder recordar una campaña necesitamos estar expuestos al mensaje varias veces. Por eso, si recordamos una campaña de Navidad a través de los años, no solo es que es una gran idea con una excelente ejecución, si también una muy buena estrategia de colocación de medios de comunicación.
Marian Bákit es Directora General de Ideas MCW
Email: [email protected]
Web: http://www.ideas.cr/
Desde la Columna
